viernes, 15 de febrero de 2013

 
    Encontró un alma que le seguía a todas partes, que le quería sin importar si le lastimaba o se equivocaba.
     Pero ella era insaciable, no podía dejar de andar, sentía que si se quedaba en un lugar se asfixiaba, necesitaba más, tenía sed, sed de caminar, de recorrer, de soñar lejos, y lejos pasar sus días.
     Y así paso largos días, días que transcurrían en meses, y los meses se convirtieron en años.
      Realizó casi todas sus metas, conoció mas de lo que se había imaginado, conversó con gente que nunca pensó, hubo noches que durmió bajo techo, y noches que no, encontró momentos de agonía y las razones mas hermosas para vivir sobre ésta tierra, no se privó de ver sol y luna por los cinco continentes, pasó hambre, paso frío, paso miedo. Pero nunca estuvo sola.

    Un día, de esos que no son mas que un número más en el almanaque, y sin embargo son cada paso del camino, se detuvo desolada, porque, habiendo recorrido todo lo recorrido, y teniendo vagas ideas de lo que quería en un futuro, se encontró vacía, porque, no sabía donde terminaria al final del día, y aunque hubo aprendido cosas interesantes como cosas insignificantes, se encontraba sola.
    Se enteró entonces, cuando paró, que había lastimado al alma que supo darle su amor, que con su insaciable espíritu había conquistado los cinco continentes y los rincones mas inóspitos del mundo, pero había dejado sin amparo el corazón de un ser amado.
  
     Y así ya no supo donde estaba, no reconoció su lugar, y perdió toda fe y esperanza. Los caminos fueron sus únicos amigos, y sus huellas la siguieron hasta que el viento borró su existncia.